¿Pa qué le sirve a usted la dignidad?
“- ¿Don Gustavo lo que no entiendo es todo esto para qué?
- ¿Para qué? ¿Cómo que pa´ que? ¿Pa qué le sirve a usted la dignidad, ah?,
¿Esa palabra no existe o no se la enseñan en la televisión? ¡ pa la dignidad hombre,
pa la dignidad nuestra!”
Fragmento de
la película “La Estrategia del Caracol”.
Dignidad, es la palabra con la que abro mi columna en medio de
esta álgida contienda electoral, llena de mentiras, fraude, hipocresía, violencia,
falsos valores y la compra sistemática de votos por parte de las maquinarias
continuistas que desean seguir aferradas al poder. Una palabra que ha sido
pisoteada constantemente en el recorrido histórico de Colombia, una palabra
asesinada y enterrada con cada persona que soñaba un país diferente, con cada
aliento de un pueblo que pedía justicia y paz.
Resonaban las palabras de Gaitán por allá en el 46, las calles de Bogotá
se vestían de esperanza, miles de personas acudían para escuchar la perfecta
oratoria de un político que no solo opinaba fuertemente contra los oligarcas,
sus palabras llenas de energía y acertadas, inspiraban y revivían la esperanza
de todo un pueblo. Gaitán era la voz de los “nadies”, era el grito de un pueblo
ignorado, sometido, que proclamaba dignidad
ante una élite que negociaba a favor de sus intereses personales. Una voz
orgullosa de su esencia, de sus ancestros, del pueblo, una voz que incomodaba
porque cada acento, cada coma, cada frase desataba el despertar de los adormecidos.
Una voz que fue silenciada por la rapidez de una bala, desatando la furia y el
dolor de un pueblo, pero al mismo tiempo multiplicando sus ideas y palabras.
La dignidad ese espíritu libre y terco revivió una vez más, ahora en
medio del caos, del dolor, las bombas y el narcotráfico, un señor de apellido
Galán desde las tarimas como un gladiador evocaba las palabras que durante
décadas habían sido silenciadas por la guerra y que no solo molestaban a la
oligarquía, también frustraba el crecimiento de los narcotraficantes y su
corrupción: “Estamos cambiando la consciencia del pueblo
colombiano como lo necesita y lo requiere para progresar en verdad, para
adquirir dignidad, para adquirir
plena consciencia de sus derechos, para no ser una nación marginal secundaria,
para que no le vuelva a dar vergüenza a ningún colombiano al presentar el
pasaporte de su patria.” Por
segunda vez una bala fue más rápida que sus palabras, por segunda vez la
esperanza fue arrebatada, por segunda vez “los nadies” se quedaron sin voz.
El narcotráfico, la corrupción y la oligarquía ahora libres frente
a la desesperanza de un pueblo, fueron creciendo y carcomiendo cada espacio
político, social y económico. Como un terrible cáncer iba gangrenado cada cosa
buena que encontraba, su poder acabó con los ideales de los más idealistas, su
crecimiento económico creado por el azar y el mal tener fortaleció una nueva
cultura y clase social, llevando a su mejor representante a la presidencia y
adueñándose por completo del poder. En medio de mentiras, engaños y
tergiversaciones, Álvaro Uribe Vélez llega a la presidencia y con su llegada, la dignidad esa palabra libre se vuelve
entonces perseguida y silenciada.
20 años de uribismo ha soportado Colombia, años dónde la violencia
y la crueldad se ha multiplicado a niveles inimaginables, el narcotráfico libremente
maneja el país como una gran finca y a cada colombiano como su vasallo. La
corrupción toma té con los grandes políticos y empresarios, mientras le
arrebatan el pan a los más pobres y muchas veces su vida. Los antivalores se
establecieron, los muertos se multiplicaron, ya nadie llora pues no hay tiempo,
muerto tras muerto, día tras día los bolsillos de los más ricos crecieron y el
hambre de los más pobres aumentaron. Su sed de poder no ha mermado, esperan rencarnar
de nuevo utilizando palabras que no conocen -libertad y democracia-. Tienen dos
cartas bajo la mano, una hábil que debe favores, la otra “plata es plata” frase
que no es cómica pues representa nuestra desgracia, bajo la mirada complaciente
de un inútil y mañoso que ahora llaman presidente.
La tercera es la vencida dicen por ahí, la dignidad se cansó de callar y ser callada, de tanto terror perdió
el miedo y empezó a gritar tan fuerte que en el 2021 explotó con toda su furia,
pero esa dignidad no quiere solo explotar, ella llegó para quedarse, para
cambiar al país, para resurgir con las voces de los “nadies”, para demostrar
que esta vez no la van a callar, porque que el cambio y las ideas van más allá
de una figura presidencial.
El voto del 29 no es por dinero, es por dignidad.
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